A lo largo de la Historia se ha generado junto al río Tarafa un variado y sugestivo patrimonio arqueológico y monumental, cuyas muestras más significativas se reparten en el tramo de cauce situado entre el Hondo de las Fuentes y la Mina de Barrenas. Son apenas 3 kilómetros en los cuales se condesan, como si de un museo al aire libre se tratase, los resultados de los múltiples esfuerzos que nuestros antepasados tuvieron que realizar para aprovechar hasta la ultima gota de agua del Tarafa. En el territorio donde encontramos el rio Tarafa, de carácter semiárido, la presencia de cursos de agua de carácter temporal o permanente tiene un efecto importante sobre el paisaje, ya que en estos enclaves encontramos suelos profundos y húmedos que permiten el desarrollo de formaciones vegetales exuberantes como las olmedas y alamedas. El aprovechamiento de sus manantiales favoreció la existencia de tres huertas de regadío, al menos desde la Edad Media: Aljau, Fauquí y huerta Mayor. A este periodo debemos la planificación y construcción de los sistemas hidráulicos necesarios para acopiar y distribuir el agua por las tierras existentes a ambos lados del cauce. Para ello se construyeron pequeñas presas de captación que retenían estas aguas, las elevaban y las derivaban, llevándolas a través de una extensa red de acequias a varios kilómetros de distancia. Esa actividad ha dejado una impronta sobre el terreno que aun perdura, y que nosotros podemos todavía contemplar cuando paseamos por el río y sus inmediaciones. Encontraremos los restos de esas presas, acequias y hasta tres acueductos jalonan este recorrido patrimonial a lo largo del parque urbano del río Tarafa. El primero de ellos, la Canal de Hierro, un magnifico ejemplo de la arquitectura del hierro construido en 1890. O el acueducto de Perceval, reconstruido a mediados del siglo XIX con una arquitectura solida y perfectamente integrada en su entorno. Y el ultimo de ellos, el de la acequia de la Huerta Mayor, construido en el siglo XIX. Caminando junto al rio descubriremos galerías drenantes excavadas en su lecho para favorecer la salida del agua de los manantiales, como las de la rafica o la Mina de Barrenas. También restos de lavaderos como el del Hondo de las Fuentes o la casa de la Rafica; o ruinas de molinos como el de Mindán, construido en 1844, que nos hablan de actividades tradicionales ya desaparecidas. Y pasaremos bajo el puente del Baño, reconstruido en 1850 junto a un castillo bajomedieval, el del Aljau.
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