Dentro de la ruta de las Torres de Vigía de la Huerta de Alicante
Para aquellos q les guste loa edificios historicos, os lo recomiendo. llevar calzado cómodo, agua.
En la actualidad, es propiedad del Excmo. Ayuntamiento de Alicante cuya intención es trasladarla de ubicacion y supongo q con una restauracion. Se habla, de q ha costado más de 1 millón de Euros, si bien han tardado más 15 años de lucha judiciales. Esperemos q se restaure.
Se encuentra a los pies del Castillo y fue construido para conmemorar el lugar donde se encontraba la antigua ermita del Conjurador. Esta ermita hoy en día desaparecida, tenía vocación a San Jorge. Era la ermita mas antigua de Banyeres, como se deduce por su situación, por lo que su construcción puede referirse muy bien entre los siglos XIII y XV. Solo quedan unos restos, una de las esquinas. Según testimonio fotográfico puede asegurarse que a finales del s. XIX o a principios del s. XX todavía estaba en pie. Esta ermita se conocía también como la de “El Conjurador” por la facultad que tenía el Santo de conjurar tormentas y males ante los ruegos de la población congregada en torno a su imagen. El monumento actual está emplazado en un mirador con vistas a la sierra, que permiten al visitante admirar el entorno natural que rodea al municipio.
En mi caso, fue el inicio de la ruta (motera y senderista) de las Torres de Vigía de la Huerta de Alicante
La casa-Torre de Villagarcía está ubicada en el margen este del Camino de la Cruz de Piedra, también llamado Camino del Ametler. El conjunto arquitectónico está constituido en la actualidad por la primitiva casa, la cual incorpora la torre adosada a uno de sus lados. La propia torre forma parte del cerramiento perimetral de la parcela, la cual encierra además un jardín. La torre es de planta sensiblemente cuadrada y volumen troncopiramidal, que se eleva con tres alturas o pisos además de un semisótano, con una altura total de 13,20 m. El acceso a la misma se realiza por la casa adosada a ella por el lado que comparten ambas. La cubierta es plana, apareciendo como remate de la torre una cornisa de molduración clasicista que ha desaparecido parcialmente. Los muros son de fábrica de sillares desbastados no careados, salvo en las esquinas y recercados, en los que sí aparecen careados. Los huecos son de pequeño tamaño, y en uno de los laterales aparece un escudo nobiliario en piedra a la altura del primer nivel. Cronológicamente Varela la sitúa en los comienzos del siglo XVII, citando como un primer propietario el Capitán Domingo Boasio, desconociéndose el propietario actual. Es uno de los ejemplos más destacables de las Torres de la Huerta de la Zona de La Condomina-San Juan.
La Pobla Medieval d’ Ifac destaca por ser actualmente un yacimiento único en la Comunidad Valenciana, y es la única Pobla de conquista que no ha sido investigada, excavada ni transformada con anterioridad lo que la convierte en un yacimiento único y excepcional. Se trata de un enclave urbano de finales del S.XIII , impulsada por el almirante Roger de Llúria, uno de los personajes más importantes de este tiempo. Se trata de un enorme recinto amurallado, dotado de un complejo sistema de acceso, estancias, almacenes, casas y una imponente iglesia dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles con una necrópolis medieval a sus pies. Será una fundación de vida corta, no superior a 100 años de existencia. Los avatares históricos forzaron el abandono y el traslado de los colonos de Ifach al cerro en el que actualmente se centran las murallas y el Casco Antiguo de Calp.
Los ilicitanos de más edad lo recuerdan aún convertido en fábrica textil e incluso, de forma intermitente, en cárcel. El espectacular proceso de rehabilitación seguido por el palacio de Altamira, o alcázar de la Señoría, lo convierte en una de las fortalezas mejor conservadas de la provincia de Alicante, al tiempo que imprescindible punto de referencia monumental y vital para la ciudad. Residencia de los señores de Elche entre los siglos XV y XIX, su torre del Homenaje albergó también a monarcas -Jaime II, Pedro IV y los Reyes Católicos- durante su estancia en la villa y acogió las sesiones del Consejo General de la ciudad hasta el siglo XV. Fábrica y cárcel En la construcción del palacio de Altamira se distinguen varias fases. La primera se corresponde con el periodo islámico, entre los siglos XI y XIII. En la actualidad, junto a restos de viviendas y alcantarillado, no visibles, se pueden observar algunos lienzos de muralla de esta época, así como una puerta monumental y una torre, la del Homenaje, de la que sólo la planta baja pertenece a este periodo. La segunda fase, entre los siglos XV y XVI, se produce tras la toma de posesión del señorío por parte de Gutierre de Cárdenas. Esta reforma, definida por una contundente y amplia actuación, configura en líneas generales la actual fisonomía del palacio. Con posterioridad, en el siglo XVIII, el conde de Altamira adosó al lienzo original una casa señorial de dos plantas, que actualmente conforma su fachada sur. Su traza es poligonal, con ángulos definidos por cubos circulares en saliente, excepto la zona que ocupa la torre del Homenaje, de planta cuadrada y tres alturas. Sus salas y las dependencias del ala oeste albergaron intermitentemente una prisión desde el siglo XVIII hasta 1959. En 1915, el edificio fue adquirido por un industrial local, quien construyó una fábrica textil en el patio de Armas, adosada a la muralla Este, que funcionó hasta finales de los años sesenta, paralelamente con la cárcel. Este patio de Armas se convierte, en ocasiones, en magnífico escenario de actos culturales y sociales. Restauración Tras ser expropiado por el Ayuntamiento, en los años setenta del pasado siglo se llevó a cabo una restauración del edificio, incluidas las dependencias de la antigua fábrica, que una vez recuperadas se destinaron a albergar el Museo Arqueológico Municipal Alejandro Ramos Folqués. Tras otra rehabilitación en 2005, que sacó a la luz restos de la fortaleza original (incluida la alta puerta de acceso desde la ladera del río, cuya existencia se desconocía), el conjunto se integró en el nuevo Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE). Este centro se inauguró en 2006 coincidiendo con el regreso durante seis meses de la Dama de Elche, alojada en la planta baja de la torre del Homenaje, donde actualmente se exhibe una copia exacta del busto ibero, cedida por el Museo Arqueológico Provincial (MARQ).
La torre formaba parte de una serie de edificaciones que, en su origen, tenían un claro carácter de vigilancia y defensivo, y que fueron construidas entre finales de la Edad Media y la primera mitad del siglo XVI. Desde su altura los guardias podían avizorar cualquier señal de peligro para la población. Hoy en día podemos admirar el área del palmeral situado al norte de la ciudad. Está edificada en mampostería, con refuerzo de sillería tallada en las esquinas y la base construida con la forma de talud. Son visibles, en lo alto, cuatro ladroneras o matacanes, estructuras en voladizo sobre las aperturas de la construcción. Tanto el talud como los matacanes son elementos que dificultan la aproximación y facilitaban la defensa de las torres al eliminar los ángulos muertos que ofrecían las edificaciones rectas. Los balcones que ahora observamos son modificaciones muy tardías de los vanos originales. En la actual entrada a la torre, en el exterior, es posible ver una quicialera adosada al edificio que parece indicar la entrada a un recinto cercado flanqueado por la torre. La defensa del territorio Desde la Edad Media un sistema de avisos se ocupaba de la vigilancia del territorio: atalayas y escoltas, de día y de noche. Tenían encargada la custodia de la costa y de los caminos y veredas. En 1449, por orden del rey, debido a la presencia de asaltadores de caminos, se dictan capítulos para establecer una línea de vigilancia que debía custodiar las poblaciones de Elche, Alicante, Aspe, Novelda, Elda y Jijona. Las torres enclavadas en el interior del territorio cumplían la función de completar el sistema de alarma de la villa y avisaban, dado el caso, a la población que trabajaba en los campos. Pero, a partir del asentamiento del poder otomano en Argel, en 1516, se concibe un sistema defensivo que, mediante la construcción de torres de vigilancia, pretendía “cerrar la costa como una muralla”, en palabras de uno de los artífices del proyecto, el ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli. De esta manera, en el término de Elche se emprendería la construcción de la torre de Escaletes, en lo alto del cabo de Santa Pola, que completaría el sistema de torres vigía de origen medieval: torres del Pinet, Tamarit, Cap de l’Aljub y Atalaiola. En 1557, se erige por Bernardino de Cárdenas, marqués de Elche y virrey de Valencia, el castillo de Santa Pola. Los amos de la torre Algunas de las torres del agro ilicitano podrían estar asociadas desde un principio con apellidos de la nobleza local, otras lo fueron más tarde, como un elemento más del linaje. A la de Ressemblanc, Asprella, Estanya o Gaitan, se unirían con el tiempo otras, como la torre de la Cañada, detentada en el siglo XVIII por los condes de Torrellano, o la de Carrús, propiedad de los Miralles de Imperial, marqueses de la Torre de Carrús. El nombre de torre de los Vaillo o torre Vaillo proviene de la familia antigua titular de la torre, los Vaillo de Llanos. Los detentadores de este apellido, eran miembros de la pequeña nobleza local que, en 1716, recibieron el título de condes de Torrellano. Los condes tenían su residencia habitual en una casa en la plaza de Baix, frente al Ayuntamiento, y es muy probable que no residieran nunca en la torre. No obstante, esta cumplía una función de prestigio, ligada al apellido, y recordaba los deberes asociados al estamento nobiliario: la defensa del territorio.
La Torre de Resemblanc se encuentra situada al sur de la población de Elche, en la parte exterior de una finca a la que está adosada dentro del llamado Huerto de la Torreta. Su origen, al igual que otras torres de la huerta ilicitana, se debe a que en el año 1.552 un bajel berberisco capitaneado por Salah Rais, llega a la costa ilicitana, en las cercanías de la playa del Pinet escasamente defendida por algunos vigías de guardia, para evitar que los contrabandistas cruzaran la albufera al amparo de la noche y los controles impuestos por el marqués de Elche, y se percatan de la poca presencia defensiva. Toman tierra y rápidamente se adentran hasta la villa ilicitana donde, después de intentar su asalto, capturaron importante botín en enseres y personas. Esto provoca que las autoridades y las clases altas crearan el conocido como Resguardo de la Costa, institución encargada de crear una tupida red de alerta y prevención de ataques de enclaves de costa y de recintos urbanos, ya que en 1.550 el pirata Dragut, mercenario a sueldo de los turcos, castigaba las costas de la huerta de Alicante allí donde las defensas se relajaban. Por ello, las autoridades decidieron dotar a la costa ilicitana y al casco urbano de Elche, así como a su huerta, de un sistema defensivo que mantuviera la alerta ante los ataques moriscos, naciendo así una serie de torres de defensa con el objetivo de frenar los ataques de los piratas, levantando un sistema a lo largo de la huerta y costa ilicitana con diversas torres vigia, entre las que destacaron Ressemblanc, Vaillós, Palombar, Carrús, Asprillas, Estaña y Gaitán, que unidas a las costeras de Tamarit, Pinet, Escaletes, Talayola y Carabassí, constituyendo el sistema defensivo anexo a la ciudad de Elche y a la fortaleza de Santa Pola, gracias al experto ingeniero italiano Giovanni Baptista Antonelli en el año 1.562. Se trata de una torre de huerta de planta cuadrada y cuerpo prismático de cuatro alturas. La base se encuentra ligeramente alamborada gracias a un plinto macizo de reborde biselado. Todo el relleno es de mampostería irregular formada por piedras calizas y aparejadas con mortero de cal y grava de tonalidad blanquecina. Como elementos nobles hay que destacar la sillería encadenada de sus esquinas, rematándose con una corsera, de la que actualmente sólo se conservan los modillones de la misma. Los vanos son de sillería, accediéndose al interior por una puerta arquitrabada que se sitúa a la altura de la segunda planta, cubierta con vigas de madera y cielo de plementería. La primera planta está cubierta con una bóveda esquifada y presenta un vano abierto a Levante ras de suelo. Las dos restantes alturas son muy similares, cubriéndose por medio de viguería de madera y plementería de ladrillo. Estas cuatro plantas se comunicaban entre sí a través de una escalera de caracol, construida en ladrillo y recogida con yeso, que permite el acceso a la cubierta por medio de una garita también levantada en análogos materiales. Dispone de varias ventanas rectangulares y adinteladas y en su muro Sur hay un escudo blasonado en piedra adherido al mismo. Toda ella se encuentra en un estado perfecto de conservación. Al igual de la Torre de Vaillós, no se poseen referencias documentales sobre su época de construcción, aunque se le ha conferido un origen bajomedieval o incluso islámico. Lo más probable es que se tratara de una torre bajomedieval que la dataría a finales del siglo XV o principios del siglo XVI, y su función se creé que era de control y vigilancia de un trozo de la acequia Mayor de la villa, existente en sus cercanías.
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