El municipio situado en la provincia de Alicante, ocupa una extensión de 35 Km2 y está situado en la parte norte de la comarca de la Marina Baixa, a 10 Km. de la costa y 42 Km. de la ciudad de Alicante, en el cruce de la comarcal C-3318 que une a Benidorm con Pego y la carretera que lleva de Benidorm a Alcoy por Guadalest. Limita con los términos municipales de Altea, Bolulla, Guadalest, Jalón, La Nucía, Polop y Tárbena. Callosa está situada en la latitud 38 39´ 05´´ y la longitud 00 07´ 22´´, con una altitud media de 247 metros sobre el nivel del mar. El relieve del término viene marcado por el curso de los dos ríos que lo atraviesan, el río Algar y el Guadalest y rodeado por imponentes sierras (Aitana, Bernia y Xortà). Sitios de interés: - Las fuentes del Algar: Situadas a tan sólo 15 km de Benidorm y a 3 km del centro urbano de Callosa d’en Sarrià, en dirección a Bolulla, costituyen un paraje natural con un elevado grado de conservación. - El Fort de Bèrnia: Construido en el 1574 e inaugurado en el 1578 por Francisco de Mesa, presenta unos de los simbolos más emblematicos del municipio. - Iglesia Arciprestal: Construido en el 1562 por el ingeniero real Juan Bautista Antoneli, fue un claro y magnifico exponiente de la arquitectura militar renacentista. - Museo Etnológico: El Museo de Etnología y Arqueología de Callosa muestra y describe aquellos objetos que han influido en la configuración de la cultura popular y las costumbres. - El Calvario: Construido en el siglo XIX gracias a las aportaciones económicas del los vecinos de Callosa d’en Sarria. - El Poador de la Font Major: Construido en el 1786 y actualmente en perfecto estado, representa una de las imágenes más carismaticas del pueblo de Callosa d’en Sarrià. - El Portal: La villa de Callosa d’en Sarrià estaba protegida por una muralla desde el siglo XIV. Una de las puertas de esta muralla en El Portal. Rutas de senderismo: https://www.callosa.es/es/turismo-3/rutas-de-senderismo/ Gastronomía: Destaca el “putxero amb pilotes”, plato típico en fiestas patronales de Moros y Cristianos. Que consta de tres platos: sopa de fideos hecha con el caldo del cocido, pelotas de carne picada envueltas en hojas de col hervida y el “putxero” (cocido) hecho con la carne y los garbanzos. El arroz es la base de otros muchos platos importantes, como el “arròs en costra”, plato típico de carnaval. Es un arroz seco y contiene entre otros ingredientes, embutidos, cubierto de huevo batido, hecho al horno en cazuela de barro. Otros arroces a destacar son el “arròs al forn” (arroz al horno) y “l’olleta”. El plato típico de los días de lluvia lo constituyen los “minxos”. Se trata de una base hecha de pasta de harina, escaldada, sobre la que se ponen todo tipo de verduras troceadas (fresca y en salmuera) y pescado (pescadilla y “sepionet”) que se coloca sobre una tabla de madera para llevar a ser horneado. Se come acompañado de “all i oli” y vino tinto. De postre, podemos tomar el níspero en todas sus variedades (natural, en almíbar, zumo, dulces, mermelada y licores). Entre la repostería típica de Callosa d´en Sarrià destacamos los “Pastissets d´Aiguardent i a l´Aire”, “almendrados”, “pastissets a l´aire”, “rollitos de anís”, dulces típicos tanto en fiestas patronales, como en la Navidad.
Con una rica herencia cultural por su condición de frontera de reinos durante la época de la reconquista y su pasado almohade, Busot goza de una privilegiada situación entre el mar y la montaña, siendo el destino perfecto para los amantes de la historia y la naturaleza. En el Museo de Música Étnica recoge una extensa muestra de instrumentos sacados de todas las épocas, culturas y rincones del mundo pertenecientes a la colección de Carlos Blanco Fadol, el mayor coleccionista de instrumentos étnicos del mundo. Con influencias de la cultura valenciana, murciana y manchega, la gastronomía de Busot combina magistralmente productos de mar y montaña, ofreciendo también una rica variedad de repostería fruto de nuestra herencia almohade. Busot es el destino ideal para una espada perfecta de uno o varios días. Encontrarás el alojamiento perfecto, en un ambiente tradicional y hogareño, para relajarte y sentirte como en tu propia casa. Solo tendrás que preocuparte de disfrutar. En Busot se respira fiesta a lo largo de todo el año. Vibra con las coloridas Fiestas de Moros y Cristianos en honor a San Vicente Ferrer y San José o vive la tradición en las fiestas en honor a su patrón, San Lorenzo.
El mediterráneo, crisol de culturas y puente entre civilizaciones, ha marcado la fisonomía de este municipio a lo largo de los siglos. El hombre habita estas tierras desde tiempos inmemoriales, los vestigios del paleolítico superior y del neolítico, encontrados en la "Cova de les Cendres", así lo atestiguan. También la cultura Ibera dejó su impronta hasta ver perdida su identidad a causa de la romanización del territorio. Tras los romanos, agricultores y ganaderos, y quienes posiblemente nos dieron el nombre, llegaron los árabes configurando el espléndido paisaje abancalado del que hoy disfrutamos y a quienes debemos muchos de los topónimos que nombran las diferentes partidas del termino municipal. En el s.XIII, con la llegada de las huestes de Jaume I, la cultura, las tradiciones y las costumbres que configuran el carácter amable, alegre y hospitalario de esta población mediterránea empieza a germinar. Es en 1386 cuando se crea jurídicamente el término municipal y poco tiempo después, en 1410, recibimos la visita de un ilustre personaje histórico, San Vicente Ferrer, nuestro primer turista célebre. Los siglos XV, XVI y XVII, se enmarcan dentro de los continuos ataques de los piratas berberiscos y nos legan las que, posiblemente, sean las piezas más importantes de nuestro patrimonio arquitectónico: La torre vigía del Cap d'Or, la Iglesia-Fortaleza de Santa Catalina y la Sala de Jurats i Justicies. Tras la construcción, en 1744, del la torre que conocemos como Castell de Moraira o de la Mar, y bajo su protección, empieza a desarrollarse un pequeño núcleo de población, cuya principal actividad sería la pesca, pero no la única. En el s. XIX, la comarca de la Marina Alta sufre un importante desarrollo económico debido a la exportación de uva pasa al resto de Europa y a América. La calle Almacenes, nos recuerda que estos edificios sirvieron para almacenar las pasas que serían trasladadas, por la pequeñas barcas de pescadores, a los grandes buques que fondeaban en la bahía y que las llevarían a su destino. La principal actividad económica del municipio, la agricultura - que todavía hoy nos permite deleitarnos con el dulce sabor de la uva moscatel romano y con el exquisito licor que se obtiene de su elaboración, la mistela - va perdiendo su importancia a mitad del s. XX con la llegada de la industria turística. El Portet y Platgetes son testigos de la llegada de los primeros turistas a mediados de este siglo, pero es a finales de los años 60 y principios de los 70 cuando empezamos a acoger a todos aquellos que quieren disfrutar de las bondades del clima, de las bellas playas y de un paisaje maravilloso. El visitante que hoy se acerca a conocernos, descubrirá un pueblo rico en patrimonio, no solo natural, sino histórico, artístico y monumental; y deseará ahondar en la cultura, abundante en historias y leyendas, de unas gentes que le acogerán con lo mejor de su carácter.
El rojales más tradicional, con sus barrios de cuevas y su arraigada cultura huertana, contrasta con el importante complejo turístico que conforman las urbanizaciones de Ciudad Quesada, Pueblo Lucero, Doña Pepa, Pueblo Bravo y El Pepín. Estas urbanizaciones equipadas con las mejores comodidades y servicios, se han convertido en uno de los principales motores del turismo residencial en la Costa Blanca, como prueban las 5000 familias, procedentes de España y del resto de Europa, que se han instalado en la localidad en los últimos años. Las perfectas comunicaciones, el benigno clima y el interesante halo cultural que envuelve Rojales, son atractivos que convencen al turista, nacional y extranjero, para instalar su hogar en el municipio.
Fundada por el mítico caudillo árabe Raduan perteneció a la familia judía de Jaime de Santángel. Pronto fue poblada por árabes y cristianos que lograron independizarse de la vecina Orihuela en la temprana fecha del siglo XVI. Hoy en día es un pueblo medio, con 5.150 habitantes, al que riega el Segura gracias a la acequia de Escorratel. Al pie de la Sierra de Segura, sola en el llano que la rodea y poblada por chumberas así como por ralo matorral, es un pueblo de rica agricultura de alta tecnología dedicada a la hortofruticultura aunque en tiempos era famosa su producción de cáñamo y algodón. De esta producción se ha derivado una incipiente industrialización artesana que produce alpargatas y cerámica. Desde la antigüedad, han pasado por Redován diferentes civilizaciones mediterráneas: iberos, fenicios, griegos, romanos y árabes, tal como manifiestan los yacimientos arqueológicos encontrados en su término. Se sabe que direrentes culturas de la antiguedad habitaron en su montaña. Los indicios de poblamiento más antiguos son el Bancalico de los Moros, el Rincón y el Cabezo todos pertenecientes a la Edad del Bronce.Por lo que se podría considerar uno de los pueblos más antiguos de la comarca, e importante vía de paso del sureste peninsular durante siglos. Si bién el topónimo de origen árabe cuya etimología más verosímil es la que hace referencia a un militar musulmán de nombre Reduan o Ridwan. En su término, se han realizado numerosas excavaciones arqueológicas en las que durante la última decena del siglo XIX, se halló un yacimiento ibérico, que atribuyó cerámicas de importación grecolatina y figuras en color rojo y de barniz negro, cerámica ibérica y una serie de esculturas ibéricas que fueron depositadas en el Museo del Louvre de París. Entre estas piezas destaca el Grifo de Redován, exponente de la escultura ibérica. La obra representa un “grifo” o animal fantástico, con ojos saltones, fauces abiertas en forma de pico, grandes cejas unidas, simulando una palmeta protohelénica, chipriota o fenicia, y en la cerviz, cresta denticulada, flanqueada por sendos cuernos caprinos. Esta pieza, junto con una cabeza humana retornó a España en 1941, pasando al madrileño Museo Arqueológico Nacional. En el Louvre de París todavía se conservan un fragmento de cabeza vacuna y un dorso de mujer desnuda.
Actualmente El Poble Nou de Benitatxell es un pueblo cuidado con muchos recursos naturales para escaparse y realizar una visita. Muchas rutas de senderismo, calas y acantilados preciosos, y mucha naturaleza para disfrutar y perderse, disfrutando así de durante unos días magníficos. El Poble Nou de Benitatxell cuenta con un pasado interesante y rico gracias a las distintas culturas que habitaron los diferentes poblados y masías y que dejaron huellas muy visibles en la toponimia, lengua en general y algunas construcciones y costumbres. Los primeros indicios de ocupación datan del paleolítico, en estudios realizados en la Cova del Moro. En este mismo yacimiento y en els Forats del Barranc de l’Asbardal, también se han encontrado restos del calcolítico (entre el 2.200 aC – 1.800 aC). Y de la edad de bronce (1.800 aC – 700 aC) se localizan evidencias de pobladores en el Tossal d’Arnau y el Tossal Redó. Ambos se sitúan en la parte alta de dos colinas, en presumible situación de defensa y control del territorio. En la época ibérica (550 aC – 210 aC) se han observado la presencia de tres núcleos destacables. El Tossal de l’Abiar continúa siendo un asentamiento con clara finalidad de defensa. Pero en sus cercanías se han hallado interesantes objetos en la vertiente de la colina conocida como Cova de les Bruixes (Cueva de las Brujas). También se tiene constancia de restos cerámicos en els Valentins o la Font. En El Poble Nou de Benitatxell se encuentran importantes indicios de época romana (210 – 476 aC) en l’Abiar. El asentamiento del Tossal del Abiar es considerado un hábitat de explotación agrícola que además, ejercería un control sobre el territorio que lo rodeaba. Esto es debido a que se trata de una zona muy rica en aguas subterráneas que favorecía las explotaciones agrícolas. En els Pous de l’Abiar también se han encontrado restos vinculados a la producción vitivinícola. Hacia el sur del actual núcleo urbano, se baraja la posible existencia de asentamientos en el camí de la Roca. En el Pinaret, también se han localizado distintos restos de materiales tardoromanos. Uno de los legados más importantes de la época islámica es la aportación toponímica que incluso aparece en el nombre del municipio, Benitatxell (con referencias de Benitagell). De esta cultura se conservan nombres de partidas como Lluca, Abiar, Alcassar, Moraig (Almoraig), Benicambra, etc. En 1.497 todavía existiría un núcleo poblacional independiente en la partida Lluca. En el Abiar se ha detectado la existencia de diversas alquerías en el siglo XI, con restos arquitectónicos de pozos de agua, una cueva, una casa señorial. Igualmente, existe constancia de una necrópolis hispanomusulmana en el Alcassar. Y en el antiguo Benitagell se han documentado estructuras como silos o pequeños almacenes de alimentos. Esta alquería estaría ubicada en los actuales terrenos de la iglesia. De todo ello, se evidencia la gran importancia de la cultura árabe en el municipio. En 1244 las tropas cristianas de Jaume I conquistaron la ciudad de Dénia (Daniya) y todo su territorio, en el que se encontraba El Poble Nou de Benitatxell. Varios avatares históricos, entre ellos la expulsión de los moriscos en 1609, condujeron al despoblamiento y abandono de las antiguas alquerías árabes del Abiar y de Benitagell entre 1609 y 1617. A partir de esta fecha se inició la repoblación de cristianos viejos de Mallorca, cuenca baja del Segre y Lleida principalmente, y se construyó la Iglesia dedicada a Santa María Magdalena (1710), en cuyo alrededor se agruparon los nuevos habitantes. La población dependió de Xàbia, dentro del marquesado de Dénia, hasta 1698, cuando se constituyó en entidad propia. De ahí, que en su escudo pueden verse todavía las 5 estrellas de la casa dianense. El acta de erección de la Universidad de Benitatxell, del 4 de enero de 1698, da testigo de la existencia de 22 casas, donde vivirían un centenar de habitantes, entre los núcleos de población de la Alquería del Abiar y Benitatxell. Cita también una iglesia situada en el núcleo de Benitatxell. La mencionada acta marca los límites del término del pueblo y hace referencia al “Poble antich que al present está derruit anomenat de Lluca". En contraposición a este pueblo antiguo nacería por toda la comarca el apelativo de Poble Nou (Pueblo Nuevo) que da nombre al actual Poble Nou de Benitatxell.
Monóvar (en valenciano y cooficialmente, Monòver) es una ciudad situada al sureste de España, en la Comunidad Valenciana, provincia de Alicante, comarca del Medio Vinalopó (en valenciano, Vinalopó Mitjà o Valls del Vinalopó). Cuenta con 12.800 habitantes (INE 2016), de los cuales 12.000 viven en el casco urbano de Monóvar, y los 800 restantes, viven diseminados por las distintas pedanías y aldeas que comprende el término municipal. Es una de las ciudades más importantes de la Comunidad Valenciana por sus calzados, su mármol y su vino Históricamente ha sido una ciudad con especial relevancia tras la Revolución Industrial en España, especialmente en el sector zapatero. Además es conocida como la "ciudad de Azorín", ya que este escritor nació en Monóvar, el 8 de junio de 1873, y murió en Madrid, el 2 de marzo de 1967.
El término pegolí está repleto de testigos materiales que nos hacen pensar que el hombre ocupó estos valles desde el Paleolítico Mediano en una zona próxima a la población llamada Benirrames, y que en nuestro valle con el paso del tiempo confluirán todas las culturas y sociedades hasta la actualidad. El sedentarismo del hombre hace que se substitueixquen las cuevas por hábitats en altura como lo demuestran los yacimientos de Ambra, la Muntanyeta Verde, El Tossal de Bullentó, etc. El hombre irá bajando de las alturas al plan para dedicarse -además de a la caza- a la pesca y a la agricultura, los restos que lo atestiguan en el despoblado del Plan a la marjal son de la época del Bronce, de la misma cultura se han encontrado restos en el Tozal Raso y a Penyaroja. De la época ibérica muy poca cosa sabemos salvo que por todo el término nos aparecen restos materiales que nos confirman de una o de otra manera la presencia social en esta época. La venida de los romanos a nuestro valle estuvo ligada a la proximidad de Dénia y su puerto, y se establecieron algunas villas romanas en los lados de una vía secundaria que unía Xàtiva y Dénia por el interior, el trazado de la cual iría par al camino viejo de Dénia por Rincones. La romanización dejó huellas importantes en Sant Antoni, Benigánim, Tossalet de las Mondes, Bullentó… y más tardíamente unos entierros a la partida de Gaià con abundante cerámica y objetos de ajuar de los siglos VI-VII y otros a la partida de Castelló de la misma época. Los musulmanes ocuparon el valle de Pego alrededor del año 716, se instalaron en alqueries diseminadas por todo el término testigo de las cuales es el extenso patrimonio toponímico rural que nos ha quedado. Realizaron grandes transformaciones agrícolas y crearon nuevos sistemas de riego que después heredarían y mejorarían los cristianos. Cuando Jaume I decidió conquistar el valle, Pego era un conjunto de alqueries islámicas las cuales dependían del castillo de Ambra. Conquistada el valle se inició la repoblación con colonos cristianos venidos de Cataluña mayoritariamente. El monarca concedió las rentas del valle a su hijo el febrero de 1263 y después de las decisivas dos cartas de poblamiento (1279 y 1286) empezó a construirse la villa de Pego amurallada, con tres puertas y unas dieciséis torres que la cerraban. Era el nacimiento de Pego como casco urbano y, era de nueva creación construida sobre la antigua alqueria de Uxola. Desde que en el año 1325 Pego pasó de lugar de reialenc a ser lugar de señorío y la gobernaron familias nobles como los Cardona, los Vilanova, los Centelles, Borja y últimamente los Osuna. En el siglo XV los cristianos vivían a la villa y al arrabal de la plaza (actual calle Mayor), mientras los musulmanes o mudéjares lo hacían a las alqueries de Favara, Atzeneta y Benumeia. Después de la expulsión de los moriscos en 1609 el valle quedó casi despoblada y tuvieron que venir nuevos colonos de las Islas Baleares para poblar los valles próximos en Pego. Cuando la corona quedó sin descendencia directa en 1700 los campesinos pegolins apoyaron la causa austracista, pero muy pronto, ante el avance del poder borbó, acabaron para ser fieles a Felip V, el cual después de la derrota de Almansa abolirá los fueros e instaurará el centralismo borbónico y castellano en todo nuestras tierras. A partir del siglo XVIII empezaron las grandes transformaciones agrícolas intensivas, sobre todo a la marjal, apareciendo a finales de este siglo las primeras introducciones documentadas del cultivo del arroz. Ya en el siglo XIX se pondrían en marcha los mecanismos necesarios para aumentar una producción que llegó su máximo en 1930, junto con el cultivo de la naranja. Si la guerra de Sucesión acabó destruyendo buena parte de las torres y murallas medievales, el aumento económico y demográfico de la segunda mitad del XIX y principios del XX se encargaría de destruir las dos puertas principales, la del Maiorasgo y la del Arrabal o la Plaza, para el ensanchamiento de la población. Sólo quedó y queda en pie todavía hoy en día el Portal de Sala, que antuvi conducía a la fuente y a la huerta medieval. El siglo XIX fue un siglo agitado y exaltado y Pego no quedó además de los acontecimientos importantes del resto del estado. Las luchas carlistas, las luchas políticas entre liberales y moderados, el bandolerisme, los movimientos insurreccionals del republicanismo, de todo, hay que destacar la sanguinolenta y fratricida lucha entre los Senes y los Ganyans que intentó aclapar el famoso Mayorazgo Ceniza.
bonito pueblo situado en la Narina Alta de la Provincia de Alicante. En mi caso personal destacaría: - Castillo de Forma. Mirar horario de visita
Beniardá es un lugar que se ofrece a pie a la curiosidad de la gente. Desde la carretera se pueden contar las casas, una a una. Y desde el vecino Benimantell se puede seguir, incluso, el movimiento de las personas. Se vierte a la valle tal como es, mostrando todos sus secretos, si es que tiene. Un corto acueducto cruza en el camino formado como una puerta de entrada a la poblado, la primera casa de la que es su grupo escolar. ¡Buen señal! La enseñanza se da desde el principio. El viajero confía que todos los habitantes llegarán al final de la infancia sabiendo, si mas no, las primeras letras que los permiten de avanzar con independencia… Beniardá, igual que el resto de núcleos de la valle de Guadalest, deja que broten sus raíces moriscas. El singularísimo trazado de sus pequeñas calles, la elección del lugar, los hábitos de su gente y más de un vestido hacen pensar en aquella pasada civilización – porque civilizados eran y creo que un poco más que aquellos que los expulsaron – que marcó una huella tan profunda en la nuestra tierra, donde dejaron un rastro muy sencillo de seguir. Aún se trabajan los campos – no todos – con los métodos creados por los antepasados de buen número de comarcanos. Y aún se siguen comiendo sencillos platos de la cocina morisca que no era mala, no…
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