La también conocida como Torre del Barranc d’Aigües, al igual que la Torre de la Illeta, fue construida en la segunda mitad del s.XVI como parte del entramado de torres vigías situadas a lo largo de toda la costa valenciana para prevenir los ataques de piratas berberiscos. Está situada en un paraje protegido de gran belleza paisajística, que fue línea fronteriza entre los reinos de Castilla y Aragón hasta 1.296, cuando el monarca Jaime II anexionó estos territorios definitivamente a la corona aragonesa y con ello, al Reino de Valencia. Aunque la parte superior de la torre está bastante deteriorada, conserva todavía el resto de su fisonomía que permite adivinar su estructura original.
La Torre de Resemblanc se encuentra situada al sur de la población de Elche, en la parte exterior de una finca a la que está adosada dentro del llamado Huerto de la Torreta. Su origen, al igual que otras torres de la huerta ilicitana, se debe a que en el año 1.552 un bajel berberisco capitaneado por Salah Rais, llega a la costa ilicitana, en las cercanías de la playa del Pinet escasamente defendida por algunos vigías de guardia, para evitar que los contrabandistas cruzaran la albufera al amparo de la noche y los controles impuestos por el marqués de Elche, y se percatan de la poca presencia defensiva. Toman tierra y rápidamente se adentran hasta la villa ilicitana donde, después de intentar su asalto, capturaron importante botín en enseres y personas. Esto provoca que las autoridades y las clases altas crearan el conocido como Resguardo de la Costa, institución encargada de crear una tupida red de alerta y prevención de ataques de enclaves de costa y de recintos urbanos, ya que en 1.550 el pirata Dragut, mercenario a sueldo de los turcos, castigaba las costas de la huerta de Alicante allí donde las defensas se relajaban. Por ello, las autoridades decidieron dotar a la costa ilicitana y al casco urbano de Elche, así como a su huerta, de un sistema defensivo que mantuviera la alerta ante los ataques moriscos, naciendo así una serie de torres de defensa con el objetivo de frenar los ataques de los piratas, levantando un sistema a lo largo de la huerta y costa ilicitana con diversas torres vigia, entre las que destacaron Ressemblanc, Vaillós, Palombar, Carrús, Asprillas, Estaña y Gaitán, que unidas a las costeras de Tamarit, Pinet, Escaletes, Talayola y Carabassí, constituyendo el sistema defensivo anexo a la ciudad de Elche y a la fortaleza de Santa Pola, gracias al experto ingeniero italiano Giovanni Baptista Antonelli en el año 1.562. Se trata de una torre de huerta de planta cuadrada y cuerpo prismático de cuatro alturas. La base se encuentra ligeramente alamborada gracias a un plinto macizo de reborde biselado. Todo el relleno es de mampostería irregular formada por piedras calizas y aparejadas con mortero de cal y grava de tonalidad blanquecina. Como elementos nobles hay que destacar la sillería encadenada de sus esquinas, rematándose con una corsera, de la que actualmente sólo se conservan los modillones de la misma. Los vanos son de sillería, accediéndose al interior por una puerta arquitrabada que se sitúa a la altura de la segunda planta, cubierta con vigas de madera y cielo de plementería. La primera planta está cubierta con una bóveda esquifada y presenta un vano abierto a Levante ras de suelo. Las dos restantes alturas son muy similares, cubriéndose por medio de viguería de madera y plementería de ladrillo. Estas cuatro plantas se comunicaban entre sí a través de una escalera de caracol, construida en ladrillo y recogida con yeso, que permite el acceso a la cubierta por medio de una garita también levantada en análogos materiales. Dispone de varias ventanas rectangulares y adinteladas y en su muro Sur hay un escudo blasonado en piedra adherido al mismo. Toda ella se encuentra en un estado perfecto de conservación. Al igual de la Torre de Vaillós, no se poseen referencias documentales sobre su época de construcción, aunque se le ha conferido un origen bajomedieval o incluso islámico. Lo más probable es que se tratara de una torre bajomedieval que la dataría a finales del siglo XV o principios del siglo XVI, y su función se creé que era de control y vigilancia de un trozo de la acequia Mayor de la villa, existente en sus cercanías.
La torre formaba parte de una serie de edificaciones que, en su origen, tenían un claro carácter de vigilancia y defensivo, y que fueron construidas entre finales de la Edad Media y la primera mitad del siglo XVI. Desde su altura los guardias podían avizorar cualquier señal de peligro para la población. Hoy en día podemos admirar el área del palmeral situado al norte de la ciudad. Está edificada en mampostería, con refuerzo de sillería tallada en las esquinas y la base construida con la forma de talud. Son visibles, en lo alto, cuatro ladroneras o matacanes, estructuras en voladizo sobre las aperturas de la construcción. Tanto el talud como los matacanes son elementos que dificultan la aproximación y facilitaban la defensa de las torres al eliminar los ángulos muertos que ofrecían las edificaciones rectas. Los balcones que ahora observamos son modificaciones muy tardías de los vanos originales. En la actual entrada a la torre, en el exterior, es posible ver una quicialera adosada al edificio que parece indicar la entrada a un recinto cercado flanqueado por la torre. La defensa del territorio Desde la Edad Media un sistema de avisos se ocupaba de la vigilancia del territorio: atalayas y escoltas, de día y de noche. Tenían encargada la custodia de la costa y de los caminos y veredas. En 1449, por orden del rey, debido a la presencia de asaltadores de caminos, se dictan capítulos para establecer una línea de vigilancia que debía custodiar las poblaciones de Elche, Alicante, Aspe, Novelda, Elda y Jijona. Las torres enclavadas en el interior del territorio cumplían la función de completar el sistema de alarma de la villa y avisaban, dado el caso, a la población que trabajaba en los campos. Pero, a partir del asentamiento del poder otomano en Argel, en 1516, se concibe un sistema defensivo que, mediante la construcción de torres de vigilancia, pretendía “cerrar la costa como una muralla”, en palabras de uno de los artífices del proyecto, el ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli. De esta manera, en el término de Elche se emprendería la construcción de la torre de Escaletes, en lo alto del cabo de Santa Pola, que completaría el sistema de torres vigía de origen medieval: torres del Pinet, Tamarit, Cap de l’Aljub y Atalaiola. En 1557, se erige por Bernardino de Cárdenas, marqués de Elche y virrey de Valencia, el castillo de Santa Pola. Los amos de la torre Algunas de las torres del agro ilicitano podrían estar asociadas desde un principio con apellidos de la nobleza local, otras lo fueron más tarde, como un elemento más del linaje. A la de Ressemblanc, Asprella, Estanya o Gaitan, se unirían con el tiempo otras, como la torre de la Cañada, detentada en el siglo XVIII por los condes de Torrellano, o la de Carrús, propiedad de los Miralles de Imperial, marqueses de la Torre de Carrús. El nombre de torre de los Vaillo o torre Vaillo proviene de la familia antigua titular de la torre, los Vaillo de Llanos. Los detentadores de este apellido, eran miembros de la pequeña nobleza local que, en 1716, recibieron el título de condes de Torrellano. Los condes tenían su residencia habitual en una casa en la plaza de Baix, frente al Ayuntamiento, y es muy probable que no residieran nunca en la torre. No obstante, esta cumplía una función de prestigio, ligada al apellido, y recordaba los deberes asociados al estamento nobiliario: la defensa del territorio.
Los ilicitanos de más edad lo recuerdan aún convertido en fábrica textil e incluso, de forma intermitente, en cárcel. El espectacular proceso de rehabilitación seguido por el palacio de Altamira, o alcázar de la Señoría, lo convierte en una de las fortalezas mejor conservadas de la provincia de Alicante, al tiempo que imprescindible punto de referencia monumental y vital para la ciudad. Residencia de los señores de Elche entre los siglos XV y XIX, su torre del Homenaje albergó también a monarcas -Jaime II, Pedro IV y los Reyes Católicos- durante su estancia en la villa y acogió las sesiones del Consejo General de la ciudad hasta el siglo XV. Fábrica y cárcel En la construcción del palacio de Altamira se distinguen varias fases. La primera se corresponde con el periodo islámico, entre los siglos XI y XIII. En la actualidad, junto a restos de viviendas y alcantarillado, no visibles, se pueden observar algunos lienzos de muralla de esta época, así como una puerta monumental y una torre, la del Homenaje, de la que sólo la planta baja pertenece a este periodo. La segunda fase, entre los siglos XV y XVI, se produce tras la toma de posesión del señorío por parte de Gutierre de Cárdenas. Esta reforma, definida por una contundente y amplia actuación, configura en líneas generales la actual fisonomía del palacio. Con posterioridad, en el siglo XVIII, el conde de Altamira adosó al lienzo original una casa señorial de dos plantas, que actualmente conforma su fachada sur. Su traza es poligonal, con ángulos definidos por cubos circulares en saliente, excepto la zona que ocupa la torre del Homenaje, de planta cuadrada y tres alturas. Sus salas y las dependencias del ala oeste albergaron intermitentemente una prisión desde el siglo XVIII hasta 1959. En 1915, el edificio fue adquirido por un industrial local, quien construyó una fábrica textil en el patio de Armas, adosada a la muralla Este, que funcionó hasta finales de los años sesenta, paralelamente con la cárcel. Este patio de Armas se convierte, en ocasiones, en magnífico escenario de actos culturales y sociales. Restauración Tras ser expropiado por el Ayuntamiento, en los años setenta del pasado siglo se llevó a cabo una restauración del edificio, incluidas las dependencias de la antigua fábrica, que una vez recuperadas se destinaron a albergar el Museo Arqueológico Municipal Alejandro Ramos Folqués. Tras otra rehabilitación en 2005, que sacó a la luz restos de la fortaleza original (incluida la alta puerta de acceso desde la ladera del río, cuya existencia se desconocía), el conjunto se integró en el nuevo Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE). Este centro se inauguró en 2006 coincidiendo con el regreso durante seis meses de la Dama de Elche, alojada en la planta baja de la torre del Homenaje, donde actualmente se exhibe una copia exacta del busto ibero, cedida por el Museo Arqueológico Provincial (MARQ).
El proyecto de investigación arqueológica sobre el yacimiento ilicitano del Castellar de la Morera, también conocido como el Castellar d’Elx, tiene como objetivo documentar, quizá, uno de los yacimientos arqueológicos más interesantes, controvertidos y olvidados que el panorama de la arqueología islámica puede ofrecer en la provincia de Alicante. La investigación ha sido impulsada por el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), con la participación de la Universidad de Alicante y el apoyo del Museu Arqueològic i d’Historia d’Elx (MAHE) y ha surgido como un revulsivo ante el abandono secular de este importante yacimiento ilicitano, mencionado ya por Cristóbal Sanz en 1621 y dado a conocer por el historiador ilicitano Pedro Ibarra a finales de los años veinte del pasado siglo, pero olvidado por la investigación reciente. Este proyecto pretende materializar un lugar hasta ahora invisible y replantear la problemática del asentamiento temprano musulmán en la región de Elche. Se trata de una investigación de equipo, dirigida por Pierre Guichard, Sonia Gutiérrez Lloret y José Luis Menéndez Fueyo, con la colaboración de un equipo científico que integra entre otros investigadores a Rafael Azuar Ruiz, Javier Martí y Josefa Pascual, apoyados con el trabajo técnico de los arqueólogos Roberto Ferrer Carrión y Joaquín Pina Mira, además de diferentes expertos en campos colaterales como la prehistoria y la zooarqueología. Su objetivo primordial es la explicación histórica del asentamiento a la luz de los convulsos procesos de la formación de una sociedad islámica entre los siglos VIII y X, entre los que se sitúa la problemática de la localización del topónimo árabe “Al-‘Askar” (el campamento), aparente trasunto de una realidad percibida como urbana por el geógrafo oriental al-Ya’qûbi en su obra Kitab al-buldan, fechada a finales del siglo IX. La eventual identificación de ese emplazamiento con el yacimiento explorado ha sido recientemente formulada por P. Guichard (2007: 99-105), a partir de la confrontación rigurosa de las fuentes árabes (al-Ya’qûbi, al-‘Udri[1], o Ibn Hayyân[2]) con el valioso testimonio de la Yamhara o tratado de genealogía de Ibn Hazm[3], que radica en los distritos y alrededores de Elx al linaje árabe de los Banû al-Sayh, famoso por sus episodios de disidencia en los castillos de Alicante y Callosa de Segura entre los años 924 y 928.ugar hasta ahora invisible y replantear la problemática del asentamiento temprano musulmán en la región de Elche. Se trata de una investigación de equipo, dirigida por Pierre Guichard, Sonia Gutiérrez Lloret y José Luis Menéndez Fueyo, con la colaboración de un equipo científico que integra entre otros investigadores a Rafael Azuar Ruiz, Javier Martí y Josefa Pascual, apoyados con el trabajo técnico de los arqueólogos Roberto Ferrer Carrión y Joaquín Pina Mira, además de diferentes expertos en campos colaterales como la prehistoria y la zooarqueología.
Aunque la mayor parte de las murallas que formaban el recinto musulmán ha desaparecido, todavía pueden rastrearse algunos restos repartidos por la ciudad. Por un lado, las torres que han pasado a formar parte del entramado urbano actual, algunas algo camufladas, como la del Concejo, de Santa Bárbara, de Santa Lucía o la de Ressemblanch, la que mejor conserva sus trazas originales. Para llevarse una impresión completa de la antigua muralla habrá que buscar los "retales" de la misma en diferentes localizaciones, como el tapial de mortero de cal en la confluencia de la calle Fatxo y Diagonal; el tramo integrado en el actual edificio del Ayuntamiento y que mira a la Plaça de Baix o el perfil existente, de dimensiones considerables, en las Cases de la Mare de Deu.
La torre de La Mata es una torre de vigilancia costera construida en una playa de La Mata, municipio de Torrevieja, en la Comunidad Valenciana, España. Se encuentra situada junto a la plaza del Embarcadero en el centro urbano de la pedanía torrevejense de La Mata. A poca distancia se encuentra un canal que aporta agua salina a la laguna homónima del Parque Natural de las Lagunas de La Mata y Torrevieja. Su planta es circular, con forma trococónica, un diámetro de unos cinco metros y está construida con mampostería. Ha sufrido diversas reparaciones a lo largo de la historia. Se sabe que la torre de La Mata se levantó de nuevo sobre antiguos restos en el siglo XVI, siendo reconstruida por el ingeniero militar Juan Bautista Antonelli y una de las últimas reparaciones se realizó en 1982.
La torre del moro o del Cabo Cervera es una torre de vigilancia costera construida en una colina situada sobre el cabo Cervera en Torrevieja, España. Se encuentra situada en el cabo Cervera a unos cinco kilómetros del centro de Torrevieja en la carretera costera con dirección a La Mata y a unos cien metros de la costa. Su planta es circular, con forma trococónica y está construida con mampostería. Ha sufrido diversas reparaciones a lo largo de la historia, entre las dos últimas destacan: la realizada en 1960 y otra en 1994. La primera se corresponde en mayor medida con la construcción original, disponía de una escalera espiral hasta alcanzar su parte alta. En la restauración de 1994 se modifican los restos anteriores y se construye una torre almenada en la que destaca el escudo de la ciudad de Torrevieja.1 Está declarada como Bien de interés cultural en 1985.
La Villa de Xàbia estuvo protegida y rodeada de murallas hasta 1874, año que marca el definitivo derribo de los muros defensivos que circunvalaban las actuales rondas. Muchos años antes, desde principios del siglo XIV, el primitivo núcleo urbano de Xàbia contaba con un cerramiento defensivo del cual apenas quedan evidencias. Los restos aparecidos en este sector de la avenida Príncipe de Asturias, antigua ronda conocida como “muralla de arriba”, corresponden al muro y tres contrafuertes ataludados que formaban una especie de barbacana o antemuro. Este elemento defensivo fue construido a principios del siglo XIX, probablemente cuando se abrió el Portal Nou (18 de mayo de 1805), o tal vez como consecuencia de la guerra de Napoleón. Estos paramentos, que solo conservaban unos 40/50 cm. de altura, están hechos con una mampostería de piedra calcárea trabada con mortero de cal, que utiliza los bloques de tosca en la parte frontal de los contrafuertes ataludados. La intervención arquitectónica actual ha consistido en consolidar y proteger la obra original, alzando los paramentos unos 60 cm. para hacerlos más visibles.
Las personas que visiten el Castell de Castalla descubrirán una de las principales, y mejor conservadas, fortificaciones de la provincia de Alicante; que a su vez forma parte del Conjunto Patrimonial del Castell de Castalla. El castillo, declarado BIC con la categoría de Monumento, posee tres partes que permiten conocer la evolución de la fortificación (levantada en el siglo XI por los musulmanes y reformada profundamente en los siglos XIV y XV por los cristianos); así como quienes fueron los primeros pobladores del cerro sobre el que hoy se asienta el castillo (ocupado desde el II milenio a.C.). Éstas partes son: el Palau, al que se accede a través de un intrincado sistema defensivo; el Pati d’Armes con sus lienzos de muralla, estancias y el aljibe en muy buen estado de conservación original; y la Torre Grossa, desde la que se contemplan espectaculares vistas de la Foia de Castalla y las sierras que la envuelve. En el castillo se han encontrado asentamientos del Neolítico, la Edad de Bronce, ibéricos, romanos y árabes; históricamente, el castillo ha constituido el núcleo principal en torno al cual se iban aglutinando las viviendas de la ciudad amullarada. Jaime I de Aragón tomó el castillo a los árabes tras la conquista de Biar y lo integró al Reino de Valencia en el tratado de Almizra (1244), Castalla se encontraba en zona fronteriza con Castilla. Por esto mismo, se inició la reconstrucción del castillo y se consagró la primera iglesia en el lugar donde se encuentra la actual Ermita de la Sangre. Desde su conquista, Castalla fue adjudicada como propiedad señorial. En el año 1336, el rey Pedro IV de Aragón lo convirtió en propiedad de la Corona. En el año 1362 fue creada la baronía de Castalla, que fue donada a Don Ramón de Vilanova. El castillo fue heredado en el año 1729 por el marqués de Dos Aguas, hasta que en el año 1989 pasó a ser de propiedad municipal. Durante la Guerra de Sucesión, Castalla y toda la comarca tomaron partido por el bando borbónico, y fruto de ello fue que, terminada la guerra, Felipe V le concediera una serie de privilegios y el título de "Muy Noble, Fiel y Leal". Durante la Guerra de Independencia, tuvieron lugar en Castalla dos importantes acciones militares. La primera, que tuvo lugar en 1812, fue una gran derrota para el ejército español, y provocó la conquista de la ciudad por parte del ejército francés. Sin embargo, la segunda batalla, que tuvo lugar el 13 de abril de 1813, fue un gran triunfo para el bando español al ser derrotadas las tropas francesas del general Suchet. En 1890, la reina regente María Cristina le otorgó a la villa de Castalla el título de Ciudad. Horarios: Visitas guiadas: Enero-abril: martes - viernes 16:30 h. Sábados, domingos y festivos 12:30 h. Abril-septiembre: martes - viernes 17:00 h. Sábados y domingos 12:30 h. Además, los domingos de mayo a junio una visita a las 11:00 h. Mayo-septiembre: Visitas nocturnas viernes y sábados a las 22:00 h. y 23:55 h. Julio y agosto: a las 11:30 h. Octubre-diciembre: Martes-viernes 16:30 h. Sábados, domingo y festivos 12:30 h. Precio: 3€; 2€ para jubilados, Carnet Jove, estudiantes, grupos (30 p). Gratis hasta los 8 años. Todas las visitas se harán previa reserva en la oficina de turismo: 966561018. Los grupos (30 p) pueden realizar su visita cualquier día y hora previa reserva en la oficina de turism
¡Descarga tu guía de Alicante!